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lunes, 7 de junio de 2021

La Invisibilidad de Dios




La Invisibilidad de Dios (Génesis 32:22-30; Éxodo 24:9-11; 1ª Timoteo 1:17)


Introducción

Encontramos poco sobre el tema de la invisibilidad de Dios entre los libros sobre Sus atributos. Algunos podrán razonar que la invisibilidad de Dios es obvia. Debido a que no podemos ver a Dios, ¿porqué intentar probar que Él es invisible? Otros podrán mirar la invisibilidad de Dios como un problema, algo confuso, incluso tal vez como un obstáculo a la fe y a la vida en Dios. Pero no lo es, simplemente. Debiéramos acordarnos de las palabras de Jesús con relación a Su partida de la tierra y por tanto, a Su invisibilidad, mientras comenzamos nuestro estudio:

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy n mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:18-21).
“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; por si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me verán más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16:7-11).

“Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre” (Juan 16:16).
Podemos suponer erróneamente que Jesús está diciendo a Sus discípulos que ahora lo ven; pero por poco tiempo. Estará invisible durante tres días y después nuevamente estará visible después de Su resurrección. No creo que Él esté diciendo esto. Jesús está diciendo que Sus discípulos en ese momento lo ven físicamente; pero después de Su muerte, entierro, ascensión y la llegada del Espíritu Santo prometido, ellos le “verán” de una forma mucho más clara. Les hablará clara y abiertamente y comprenderán (algo que no fue así durante el tiempo de Sus enseñanzas mientras estuvo en la tierra —ver Mateo 15:17; 16:11; Lucas 2:50; 9:45; Juan 10:6; 20:9). Y mientras Él esté invisible para el mundo después de Su ascensión, Él se mostrará en forma muy evidente a quienes creen en él. Estos sentirán Su presencia con más certeza y Él ya no morará entre ellos sino en ellos. La presencia ‘invisible’ de nuestro Señor es mejor que lo fue Su presencia visible. Tenemos un gran privilegio al conocer a Dios en forma más íntima después de la muerte, resurrección y ascensión de nuestro Señor.

Algunos podrán creer que la Biblia se contradice con relación a la invisibilidad de Dios. Algunos textos expresen claramente que Dios es invisible y que no puede ser visto:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seño del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:8).

“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos, Amén” (1ª Timoteo 1:17).

Pero también hay textos en los que los hombres declaran haber visto a Dios:

“Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma” (Génesis 32:30).

“Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” (Éxodo 33:11).

“…y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego” (Números 14:14).
¿Deberían los cristianos bajar las manos con desesperación? Como algunos escépticos dicen, ¿está la Biblia ‘llena de errores e inconsistencias”? Comenzaremos con las aparentes contradicciones. Después consideraremos la invisibilidad de Dios y la encarnación visible del Señor Jesucristo. Finalmente, veremos algunas de las numerosas implicancias de la doctrina de la invisibilidad de Dios.
Considerando las Aparentes Contradicciones

A la luz de lo que nos dicen algunos textos de que Dios es invisible y otros textos que Dios ha sido visto por los hombres, apliquemos a continuación verdades bíblicas para que nos ayuden a resolver estas contradicciones aparentes.

(1) Dios no tiene una forma física.

“…y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oir la voz, ninguna figura visteis” (Deuteronomio 4:12”

“También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto” (Juan 5:37).

Tanto el Antiguo y el Nuevo Testamento, nos indican que Dios no tiene forma; esto es que Dios no tiene un cuerpo físico.

(2) Dios es espíritu.


La razón de esto la explica nuestro Señor en Sus palabras dirigidas a la mujer junto al pozo:

“Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Juan 4:24).
Esta mujer se refirió a la disputa entre los judíos y los samaritanos sobre el lugar donde Dios debía ser adorado. Los judíos adoraban a Dios en Jerusalén y Jesús pudo haberla corregido señalándole esto. Pero no lo hizo. Jesús le informó que debido a Su encarnación, la adoración no sería nunca más lo mismo. Específicamente, la adoración no sería nunca más restringida a un solo lugar. Los hombres adoraban a Dios en Jerusalén porque ese era el lugar que había elegido Dios para morar. Pero cuando Dios se vistió de humanidad en la encarnación (la venida de Cristo a la tierra), Dios quiso morar no sólo entre Su pueblo, sino que en Su pueblo. Cuando Jesús ascendió al cielo y el Espíritu Santo vino a morar dentro de la iglesia, ésta podía ya adorar a Dios en cualquier lugar, porque la presencia de Dios entre los hombres es espiritual y no física. Dios es espíritu, por lo que no está restringido a un lugar y tampoco la adoración está restringida a uno. Dios es invisible porque Él es espíritu y no carne.

(3) Cuando Dios se les aparece a los hombres, se aparece en una gran variedad de ‘formas’.

Podríamos pensar que esta aseveración se contradice con lo que se ha dicho previamente; pero no es así. Dios no tiene una forma física; pero en la Biblia leemos que se les aparece a los hombres en variadas formas. Estas ‘formas’ son tanto vagas como variadas. Cuando Dios se les aparece a los hombres, algunas veces las descripciones de Su apariencia son vagas. En Génesis 32, leemos el acontecimiento de un lucha muy extraña. De la descripción del ‘hombre’ con quien peleó Jacob, no podríamos deducir que era otro hombre:
“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma” (Génesis 33:24-30).
¿Qué provocó el cambio en la mente de Jacob para constatar que ese ‘hombre’ no era otro que Dios mismo? No pareciera ser que se tratara de algo inusual en la apariencia de esta persona. Ciertamente, pareciera ser que tampoco se debió al infinito poder de ese varón. La única indicación que nos dice que este ser era Dios, está contenida en las palabras que le dijo a Jacob:
“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí” (Génesis 33:28-29).
Casi puedo ver las ruedas de la mente de Jacob, comenzando a girar: “¿Cuándo luché con Dios? Y, ¿cómo puede ‘bendecirme’ esta persona; pero no decirme su nombre?” Repentinamente, lo supo. Había estando luchando con Dios. Aquí había algo sobre lo cual podría meditar durante mucho tiempo. ¿Cómo había estando luchando con Dios?

Como estamos estudiando la invisibilidad de Dios, es importante observar que cuando Dios se le apareció a Jacob, de la manera que lo hizo, Su apariencia fue la de un hombre. No se hace mención alguna de vestimentas blancas brillantes o de una luz brillante. No hubiéramos sabido que se trataba de Dios por Su apariencia. Pero por las palabras que Dios dijo, Su identidad se nos hace evidente.

Otras apariencias o manifestaciones de Dios a los hombres son más espectaculares y muestran más Su majestad y Su gloria. Sin embargo, las ‘descripciones’ de Dios cuando apareció, están lejos de lo que se detalla:
“Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron” (Éxodo 24:9-11).
En realidad este es un incidente inusual escondido en medio del libro de Éxodo. Setenta y cuatro hombres vieron a Dios y comieron una comida festiva en Su presencia. No hay duda que se trata de Dios y que todos estos hombres le vieron de algún modo. Lo maravilloso es que vivieron para contarlo. Pero si alguien debiera describir a Dios sólo basándose en esta descripción, en un encuentro muy inusual con Dios, ¿cuánto sabríamos de Su apariencia? Lo único que nos dice este texto es que cuando vieron a Dios, vieron sus pies (versículo 10). Se nos dice más de lo que estaba debajo de Sus pies que cualquier otra cosa. Ciertamente es una descripción muy vaga. Es posible que Dios haya estado visible; pero ciertamente no completo.

Uno de los principales textos del Antiguo Testamento que describe la apariencia de Dios a los hombres, lo encontramos en los primeros capítulos del libro de Isaías:
“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo;: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dijo: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas” (Isaías 6:1-6).
Con toda seguridad Isaías vio al Dios de Israel y esto tuvo un gran impacto sobre él. Pero, ¿qué sabemos de la apariencia de Dios a partir de este pasaje? ¿Cómo podríamos describir a Dios basados en la descripción que hace de Él Isaías? Isaías mismo habla más de la apariencia de los ángeles que de la apariencia de Dios. Él estaba sentado en un trono y vestía un manto. Los ángeles no proclamaron sobre la apariencia de Dios, sino cómo se veía. Proclamaron el carácter de Dios. Hablaron de Su santidad y de Su gloria. El impacto sobre Isaías fue una toma de conciencia máxima de su propia maldad como un pecador. Esta revelación del carácter de Dios, provocó en Isaías una visión de cuánto había caído de la gloria de Dios. En la medida que Isaías creció en el conocimiento del carácter de Dios, creció en el conocimiento de sí mismo. Lo que Isaías vio de sí mismo, no era lindo.

(4) Sería fatal ver el ‘rostro’ de Dios.

En aquellas instancias en las que se dice que los hombre vieron a Dios, se expresa sorpresa por haber vivido para contarlo. Jacob se maravilló al ver que su vida había sido preservada (Génesis 32:30). Moisés notó que Dios “no extendió Su mano” en contra de los 74 hombres que se dice que habían visto al Dios de Israel (Éxodo 24:10-11). Dios informó a Moisés que él no podría verlo y vivir (Éxodo 33:20). Cuando Gedeón tomó conciencia de haber visto “al ángel de Dios cara a cara” (Jueces 13:21-21), se le aseguró que no moriría (versículo 23). Manoa y su mujer, quienes se convertirían en los padres de Sansón, se asombraron de no haber muerto por haber visto a Dios como “el ángel del Señor” (Jueces 13:21-23). Al parecer Pablo está diciendo que los hombres no pueden ver a Dios y vivir cuando declara que Dios mora en “la luz inaccesible” (1ª Timoteo 6:16). Acercarse a Dios es igual a dibujar cerca de un horno encendido a altas temperaturas. Es peligroso para la salud de quien lo hace (ver también Éxodo 33:2-5).

(5) Existe una diferencia entre ver a Dios’cara a cara’ y ‘ver la cara de Dios’.

La expresión ‘cara a cara’ es en sentido figurado. En las Escrituras está claro que ver a Dios ‘cara a cara’, no es lo mismo que ver el rostro de Dios. Consideremos el ejemplo de Moisés, cuando en la primera parte de Éxodo 33, se dice que él ha hablado con Dios “cara a cara”:
“Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo” (Éxodo 33:9:11; énfasis del autor).
Lo importante de este texto, no es que Moisés en realidad viera el rostro de Dios, sino que hablaba con Él íntimamente. Esto se aclara notablemente en los versículos que siguen:
“Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro” (Éxodo 33:18-23; énfasis del autor).
Dios le habló a Moisés “cara a cara”; pero no le permitió “ver Su rostro”. Por lo tanto, ver a Dios “cara a cara”, no es lo mismo que ver el rostro de Dios. Hablar “cara a cara”, significa hablar con alguien sobre una base personal e íntima, de la forma en que un amigo le habla a otro amigo. Encontramos algo similar en Números 14:
“Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este a este pueblo con tu poder; y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego” (Números 14:13-14; énfasis del autor).
Dios fue visto “cara a cara” por los israelitas. En el contexto, esto significa que Dios hizo conocer Su presencia a los israelitas, por medio de la nube que les conducía y que llegó a ser una columna de fuego por la noche. No significa que Dios tiene ojos físicos y que los israelitas vieron esos ojos. La presencia de Dios estaba con Su pueblo y Él hizo que esa presencia se conociera. Pero nadie en ninguna parte vio el rostro de Dios, porque Dios no tiene rostro. Dios es Espíritu y no carne. Es invisible a los hombres, porque Él no tiene cuerpo y se hace visible a los hombres por varios medios. Aparece como un hombre, que era el ángel de Jehová. Se hizo conocer a Sí mismo por medio de una nube y bajo varias otras apariencias; pero ninguna de ellas fue una revelación completa. Y no hubo ninguna ocasión en la que los hombres vieron el rostro de Dios.

La Invisibilidad y la Apariencia de Jesucristo

Lo mismo que vemos en el Antiguo Testamento con relación a la invisibilidad de Dios y Su aparición a los hombres, surgen nuevamente en el Nuevo Testamento, con la apariencia de Jesucristo. Jesús es el único que ha visto al Padre y que ahora habla por Él:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual. Siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:1-3a)
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución. , ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimiento del Espíritu Santo según su voluntad” (Hebreos 2:1-4).
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha hecho conocer” (Juan 1:18).
“No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; éste ha visto al Padre” (Juan 6:46)

“Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre” (Juan 8:38).
Jesús estuvo con el Padre desde el principio (Juan 1:1-2). Sólo Él ha visto verdaderamente al Padre (6:46). Él habló de aquellas cosas que vio cuando estaba con el Padre (8:38). Él es la revelación última y completa a los hombres (Hebreos 1:1-3a). Haríamos bien en atender lo que Él ha hablado y lo que ha sido registrado por aquellos que lo vieron, cuya confiabilidad como testigos fue confirmada por las señales y maravillas que Dios hizo a través de ellos (Hebreos 2:1-4).

Conclusión

El Dios que es Espíritu y que, por lo tanto, es invisible, ha querido por gracia manifestarse a los hombres en varias formas a través de la historia. Finalmente, Dios se reveló completamente en Jesucristo (Hebreos 1:1-3a; 2:1-4). Adoramos a un Dios que no podemos ver, a un Dios que es invisible. Esta verdad pareciera ser como un ’mosquito’ teológico; una verdad eclipsada por muchos más ‘camellos’ teológicos prácticos. Pero la doctrina de la invisibilidad de Dios es una verdad con muchas implicaciones y aplicaciones muy significativas. Al concluir, me gustaría señalar algunas ramificaciones prácticas de la invisibilidad de Dios.

(1) La invisibilidad de Dios está unida en forma inseparable a nuestra fe, a nuestra esperanza y a nuestro amor. La fe, la esperanza y el amor, son tres temas fundamentales de la Biblia. Pablo habla de ellos en 1ª Corintios 13:13. Observen cómo los escritores del Nuevo Testamento unen cada uno de estos tres elementos importantes de nuestra fe y de nuestra vida cristiana a la invisibilidad de Dios.
“Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (Hebreos 11:1-3).
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardemos” (Romanos 8:24-25).
“… a quien amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1ª Pedro 1:8).
(2) La invisibilidad de Dios, uno de los atributos de Dios, es un atributo fundamental de muchas de las bendiciones que tenemos como cristianos. Por cuanto ya hemos desglosado esta verdad en el mensaje, ciertamente parece reiterativo. La invisibilidad de Dios no es una obligación que debiéramos buscar para negar o superar. En palabras de Jesús: “Os conviene que yo me vaya…” (Juan 16:7). Él no está menos presente entre nosotros por el hecho que se haya ido y que sea físicamente visible. Está más presente a través de Su Espíritu, a quien Él nos envió. El Espíritu Santo convoca la presencia de Cristo. El Espíritu Santo mora en el individuo y por tanto, en la iglesia. El Espíritu Santo inspiró a los apóstoles para recordar y después registrar las palabras y enseñanzas de nuestro Señor. El Espíritu Santo regenera y convierte a los no creyentes e ilumina y le da poder a los creyentes. Por Su invisibilidad, no somos espiritualmente más pobres, sino más ricos debido a Su invisibilidad.

(3) La invisibilidad de Dios, también puede ser un problema para los santos. Desafortunadamente, los cristianos no siempre aceptan los beneficios que tenemos por la presencia invisible de la presencia con nosotros de nuestro Señor a través del Espíritu Santo. Existen ocasiones en que queremos tener la seguridad de que Él está con nosotros. Cuando perdemos la visión (disculpen el juego de palabras) de los beneficios de la invisibilidad de Dios, comenzamos a buscarle en medios visibles. Podemos vernos inclinados a ‘mirar las cosas exteriormente’ (2ª Corintios 10:7), más que enfocarnos en los cosas que no se ven, las cosas invisibles que son eternas:
“Por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2ª Corintios 4:16-18).
Peor aún, es posible que nos veamos tentados a probar a Dios, demandando que Él pruebe Su presencia ejecutando algún milagro visible, como lo hicieron los israelitas en el desierto (Éxodo 8:1-7; Números 14:1-25). Esto es exactamente el llamado que hiciera Moisés hiciera a los israelitas en el sentido que no lo hicieran (Deuteronomio 6:16). Esto es también lo que Satanás trató de hacer al tentar a nuestro Señor (Mateo 4:5-7). Y es lo que Pablo solicitó a los cristianos no hacer (1ª Corintios 10:9).

(4) La invisibilidad de Dios nos indica que miremos las cosas que son invisibles y no las que lo son. Tengo amigos que son ciegos. Debido a su ceguera no pueden confiar en la visión; en vez de ello, deben confiar más en los otros sentidos. La invisibilidad de Dios (lo que causa nuestro andar espiritual y nuestros conflictos), significa que debemos confiar más en nuestros sentidos que en nuestra visión física. En palabras de Pablo, debemos “caminar por fe y no por vista” (2ª Corintios 5:7). El escritor a los Hebreos señala la relación entre la fe y lo que no se ve:
“Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. (Hebreos 11:1-3).

“Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe” (Hebreos 11:7)

“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hebreos 11:13).
¿En qué, entonces, basamos nuestra fe si no es por vista? Basamos nuestra fe en la Palabra de Dios. Esta es la forma que siempre se pensó que fuera. Es a la Palabra de Dios, que Adán y Eva decidieron desobedecer. Confiaron en una serpiente más que en Dios, y comieron el fruto prohibido porque parecía ser bueno. Como resultado, sus ojos fueron abiertos; pero lo que ‘vieron’, no fue bueno (Génesis 3:1-7).
Las espectaculares evidencias visibles de la presencia de Dios en el Monte Sinaí, no fueron una revelación de la forma de Dos. Los israelitas deseaban ‘ver’ a su Dios; por eso hicieron una imagen dorada que representaba a Dios en la forma de un becerro de oro. Dios, sin embargo, quería representarse a Sí mismo a través de Su Palabra. Fue la Palabra de Dios la que se grabó en piedra y no Su imagen física. Fue la posesión de la Palabra de Dios que distinguió a los israelitas por sobre todas las naciones y Dios confirmó Su Palabra con las obras poderosas que Él ejecutó en la visión de ellos (Deuteronomio 4:1-8). Las cosas de las cuales fueron testigo los israelitas en el Monte Sinaí, fueron hechas para que el pueblo pudiera creer y obedecer la Palabra de Dios (Deuteronomio 4:9-18). Dios castigó a los israelitas por haber desobedecido a Su Palabra, a pesar de las evidencias visibles de Su presencia y del poder y de la verdad de Su Palabra (Números 14:22).
Aunque muy interesante, no fue sólo la revelación de Dios que demostró Su poder y Su presencia. No fue sólo que la gloria de Dios se acercara lo suficiente como para que muriera el que se acercara demasiado. También fue el oir la Palabra de Dios. Dios se manifestó a Sí mismo a través de Su Palabra y los israelitas temieron de Su Palabra —e hicieron bien de acuerdo a las palabras de Dios:
“…conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oir la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho” (Deuteronomio 18:16-17).
En el contexto de estos dos versículos, Dios está advirtiendo a Su pueblo acerca del peligro de falsos profetas y también está prometiendo la venida de alguien quien, al igual que Moisés, revelará la Palabra de Dios a los hombres. Esta persona no es otra que nuestro Señor Jesucristo. Él es “la Palabra (Verbo)” (Juan 1:1-2), la revelación completa y final a los hombres a quién deberíamos prestar atención (Hebreos 1:1-3a; 2:1-4). Cuando los tres discípulos, Pedro, Jacobo y Juan vieron una demostración de la gloria de nuestro Señor en la transfiguración, fue por un propósito; un propósito que Dios les indicó claramente:
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, otra para Elías: Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:1-5; énfasis del autor).
La gloria de Dios fue revelada en el Monte Sinaí para que los israelitas tomaran en serio la Palabra de Dios. La gloria de nuestro Señor, le fue revelada a Pedro, Jacobo y Juan, para que tomaran en serio las palabras de Jesús. Y así lo hicieron:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en él tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de las Escrituras es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2ª Pedro 1:16-21).
Cuando el Señor Jesús se acercó al tiempo de Su muerte, resurrección y ascensión, comenzó a hablarle en forma más abierta a Sus discípulos acerca de aquellas cosas que serían cruciales para ellos en los días de Su ausencia e invisibilidad. Esto lo vemos especialmente en el Sermón del Aposento Alto y en la oración sacerdotal de nuestro Señor en Juan 14-17. El Señor Jesús habla constantemente de Su Palabra y de Su Espíritu Santo. A través de estas cosas, nuestro Señor morará en Sus santos. Y ellos morarán en Él en la manera que moren en Su Palabra. Dios se ha revelado a Sí mismo en Su Palabra inspirada e infalible. Aquí está la base de nuestra fe. Aquí están los medios mediante los cuales los hombre serán salvos. Aquí están los medios mediante los cuales los creyentes crecerán. Aquí están los estándares de nuestra conducta y la luz que guiará nuestros pasos. Por medio de Su Palabra y a través de Su Espíritu, Dios está presente y es conocible en este mundo en donde los hombres no le ven.

Es la Palabra de Dios que nos hace ver no las cosas que se ven, sino aquellas que no lo son (2ª Corintios 17-18). Cuando ejecutamos actos de servicio y de adoración, no debemos hacerlo por los hombres, no debemos hacerlo para buscar su aprobación o sus aplausos; más bien debemos hacerlo para servirle a Él, el invisible.:
“Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquenas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:2-6).
El Dios invisible, el Dios “que está en secreto”, nos insta a ejecutar nuestras acciones de justicia en una forma consecuente con Su invisibilidad. Para servir a Dios, no debemos pretender hacerlo desde una plataforma pública, sino actuar en cuanto a nuestro adoración y servicio, lo más secretamente posible, sabiendo que Dios que está “en secreto”, ve lo que estamos haciendo y nos recompensará en Su tiempo.

Nuestras acciones espirituales involucran mucho más que lo que se ve (Efesios 6:10-12). De igual manera, la provisión de Dios para nuestra protección también es invisible, a no ser que nuestros ojos sean milagrosamente abiertos para ver lo invisible:
“Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. Y el corazón del rey de Siria, se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está e Dotán. Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo. Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria. Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria. Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío? Él le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores. Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel” (2 Reyes 6:8-23).
Nuestra adoración debe considerar los ángeles invisibles que están presentes, observando aprendiendo (1ª Corintios 11:10). A las mujeres se les advierte de no poner tanto énfasis en su apariencia externa; más bien deben dar prioridad a su ser interno escondido:
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos” (1ª Pedro 3:1-5).
Lo que no se ve, juega una parte muy importante en la vida del cristiano, cuyo Dios no puede ser visto por ojo humano, sino con los ojos de la fe.

(5) La invisibilidad de Dios se hace visible a través de Su iglesia y de Sus santos. ¿Cómo se manifiesta Dios a aquellos que no creen? En Romanos 1, Pablo nos dice que Dios se revela a través de Su creación:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:20).
Dios también se hace visible a los hombres a través de la iglesia, el cuerpo de Cristo. Lo que Dios comenzó a hacer y a enseñar por medio de Su Hijo, continúa haciéndolo y enseñándolo a través de Su iglesia (Hechos 1:1ss.). La iglesia es Su cuerpo y Su medio para trabajar y llevar testigos a los hombres en este mundo:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1ª Pedro 2:9).
Es nuestro llamado y nuestro privilegio manifestar las excelencias de Dios a este mundo perdido y moribundo.

(6) La invisibilidad de Dios es una de las barreras insuperables entre el no creyente y la fe en Dios. Muchos suponen que ver es creer. Ellos, al igual que Tomás el incrédulo, se niegan a creer en lo que no ven (ver Juan 20:25). El hecho es que ver nunca es una base suficiente para la fe, pues la fe tiene sus raíces en una convicción relacionada con lo que no se ve (Hebreos 11:1-2). Los judíos vieron a Jesús quien manifestó a Dios a los hombres —Dios encarnado. Entre más señales veían, más pedían (Mateo 12:38-45). Sólo cuando Dios abre los ojos espirituales de los no creyentes, ellos serán capaces de ‘ver’ al que es invisible.

Mientras consideraba el tema de la invisibilidad de Dios y sus implicaciones para los perdidos, mi mente se volvió al encuentro de Jesús con Nicodemo, en Juan 3:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:1-15; énfasis del autor).
Como judío, Nicodemo era un hombre cuya vida obró en base de lo que veía. El judaísmo estaba obsesionada con los rituales externos y visibles de la justicia. No le dio la importancia debida a los asuntos del corazón, a lo que no se veía (ver Lucas 16:15). En base a las señales y maravillas de Jesús, Nicodemo tuvo que admitir que Jesús estaba muy cerca de Dios. Pero Jesús presionó a este maestro de los judíos a ir más allá de lo visible —a lo invisible. La salvación no se trata de lo que se ve, sino de lo que no se ve. La concepción de un niño no se ve; pero con el tiempo los resultados de ese acto se hacen evidentes con el nacimiento del niño. Lo mismo sucede con la salvación. La salvación no es el resultado del esfuerzo del hombre; sino el resultado de la obra invisible de Dios (ver Juan 1:12-13).

Jesús relacionó esta obra de Dios milagrosa; pero invisible a los efectos del viento. Nadie nunca, ha visto al viento; pero asimismo, nadie cuestiona su existencia. Sabemos que el viento está presente porque podemos ver sus efectos. Lo mismo sucede con el Espíritu Santo. No podemos ver al Espíritu Santo; pero podemos ver las evidencias de Su obra en la vida de los hombres, hombres como Pedro y Pablo y —si ustedes han nacido de nuevo como hijos de Dios— como usted. Este maestro de las Escrituras debería haber sabido de sus estudios sobre ellas, que las obras externas de los hombres no les salvan, sino la renovación interna del Espíritu Santo, una obra invisible, cuyos efectos pronto se harán evidentes.

Es posible que estemos pensando que es prominente maestro de Israel, debiera saber más; pero antes que nos pongamos demasiado exigentes, consideremos este asunto a luz de nuestro propio pensamiento y práctica. ¿Somos culpables de implicar (si no establecer) que la gente se salva por llenar un formulario, alzar sus manos, ir al frente o por ser bautizados? Seamos muy claros que la obra de la salvación es la ora invisible del Dios invisible, cuyos efectos son visibles.

Con frecuencia oigo hablar a los cristianos en el sentido que si sus amigos y familiares no creyentes creerían si sólo Dios se les revelara de alguna forma espectacular. Simplemente, esto no es así. ¿Cuánto más habría hecho el Señor Jesús para probar que Él era el Mesías, el Hijo de Dios? Como Jesús lo dijo, sólo aquellos a quienes el Señor atrae hacia Sí, creerán. Para aquellos de nosotros que tienen una confianza indebida en nuestras habilidades apologéticas, en nuestra habilidad de convencer a hombres y mujeres fieles, les recordaría que es la Palabra de Dios y es el Espíritu de Dios que convence y convierte a los hombres. No nos engañemos a nosotros mismos pensando en que si habláramos claramente del evangelio o que si forzáramos más a los hombres, ellos creerían. Esto es signo de ignorar la doctrina de la depravación de los hombres, la invisibilidad de Dios y de la inhabilidad de todos para ‘ver’ a Dios separado del alumbramiento divino.

Como cristianos, es nuestra responsabilidad hablar y ver es la obra de Dios:
“Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santo, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole delos muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas ajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena todo” (Efesios 1:15-23).
Que Dios abra nuestros ojos espirituales para ver las cosas maravillosas que Él tiene para nosotros:
“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios” (1ª Corintios 2:6-10).



Robert L. (Bob)Deffinbaugh graduated from Dallas Theological Seminary with his Th.M. in 1971. Bob is a pastor/teacher and elder at Community Bible Chapel in Richardson, Texas, and has contributed many of his Bible study series for use by the Foundation.


jueves, 1 de abril de 2021

Discipulado


El discipulado es la tarea principal que Jesús le dio a la iglesia en esta era, por lo que cada creyente debe responder dos preguntas:

¿Estoy haciendo discípulos?

¿Estoy discipulando personas y siendo discipulado de acuerdo con el paradigma bíblico?

El discipulado a menudo se reduce a adquirir nueva información, abrazar ciertas disciplinas o adoptar ciertos comportamientos, pero este no es el corazón del discipulado. Puede conocer la información, vivir una vida disciplinada y comportarse correctamente sin ser discipulado. En su fundamento, el discipulado es un proceso que produce transformación a medida que un pueblo contempla corporativamente la belleza de Dios en la persona de Jesús. Si el discipulado comienza en cualquier otro lugar, puede lograr algunas cosas valiosas, pero ha perdido de vista su marco bíblico.

Le hemos enseñado a la gente a comportarse, pero ¿les hemos enseñado a contemplar?

Si las personas adoptan ciertos ritmos y se involucran en ciertas disciplinas, pero no están fascinadas por la belleza de Dios, entonces no están discipuladas. En consecuencia, debemos llevar a la gente a contemplar a Dios y ser transformados a Su imagen. Dios no está buscando personas que se comporten como Él. Está buscando gente que se vuelva como él.

En El discipulado comienza con la contemplación, descubra:

Por qué el discipulado bíblico se centra en contemplar corporativamente la belleza de Dios en la persona de Jesús.

Por qué contemplar siempre ha sido fundamental para los propósitos de Dios para su pueblo.

Cómo la contemplación corporativa es fundamental para la forma en que Dios se relaciona con su pueblo comenzando en el Jardín del Edén y continuando a través del Éxodo, el Tabernáculo de David y la iglesia del Nuevo Testamento.

Cómo Dios planea cumplir sus propósitos a través de un pueblo que lo contempla y llega a ser como él.

Cómo contemplar la belleza de Dios solo y junto con los demás.

Por qué disciplinas simples como cantar son mucho más poderosas de lo que nos damos cuenta.

La gran necesidad de nuestro tiempo es un pueblo que esté contemplando la belleza de Dios por el Espíritu y esté satisfecho en Él.

lunes, 15 de febrero de 2021

El Divino Hijo del Hombre




Este es un extracto del libro Hijo del hombre: El evangelio de Daniel 7.

Daniel usó la frase “Altísimo” para identificar al Hijo del Hombre como YHWH. La aparición de Gabriel para anunciar el nacimiento de Jesús conectó inmediatamente a Jesús con las profecías de Daniel porque Gabriel solo apareció en las Escrituras para darle una idea de Daniel y para los anuncios del nacimiento de Jesús y Juan el Bautista.

La llegada de Gabriel indicó que la profecía de Daniel se está desarrollando:

32 Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo. 
Y el Señor Dios le dará el trono de su padre David… 
35 Y el ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, 
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; 
por tanto, el niño que nacerá será llamado santo: el Hijo de Dios. 
(Lucas 1:33, 35)

El anuncio de Gabriel a María hizo una conexión inmediata con Daniel 7. Este Hijo sería el "Hijo del Altísimo". Además, no era solo el Espíritu Santo quien vendría sobre María, el “poder del Altísimo” la cubrirá con su sombra. El "Hijo del Hombre" es el hijo del Altísimo. Si viene del Altísimo, comparte una identidad divina con el Altísimo. Sin embargo, nacerá de una mujer y será un ser humano. El acertijo de Daniel 7 comienza a aclararse. El Hijo del Hombre será un ser humano real, el Hijo del Altísimo. Tendrá ambas identidades, tal como vio Daniel.
Transfiguración

Examinamos la transfiguración en un capítulo anterior. Sigue a Mateo 16 como una demostración de la exaltada identidad de Jesús como el Hijo del Hombre. Sin embargo, hay más en la transfiguración.

1 Y después de seis días, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, 
y los llevó solos a un monte alto. 2 Y él se transfiguró delante de ellos, 
y su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz…
5 Todavía estaba hablando cuando, he aquí, una nube brillante los cubrió, 
y una voz de la nube dijo: 
“Esto es mi Hijo amado, en quien me complazco; Escúchalo a él." 
(Mateo 17: 1-2, 5)

Cuando Jesús se transfiguró ante los discípulos, vieron su rostro brillar como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. Esta descripción de Jesús es asombrosa a la luz de la descripción de Daniel del Anciano de Días en Daniel 7:
9 “Mientras miraba, se colocaron tronos, 
y el Anciano de Días tomó su asiento; 
su ropa era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura… 
10 Un torrente de fuego brotó y salió de delante de él… 
(Daniel 7: 9–10)

En Daniel 7, el Anciano de Días aparece con vestiduras blancas brillantes con una corriente de fuego que fluye de Él. En la transfiguración, Jesús aparece con vestiduras blancas brillantes y Su rostro brilla como el sol. Algo sucedió en la transfiguración que sucede cada vez que Jesús revela Su gloria: la gloria del Hijo del Hombre se describe usando términos que se refieren al Anciano de Días en Daniel 7. Daniel 7 le dio al Anciano de Días y al Hijo del Hombre una divina identidad y el Nuevo Testamento desdibuja aún más esas líneas. El Hijo del Hombre no es solo divino; puede aparecer en la semejanza del Anciano de Días.

Los evangelios nos dicen que Elías y Moisés también aparecieron en gloria, tanto que Pedro estuvo tentado de construir un tabernáculo para ellos también, pero solo se nos dice que aparecieron “en gloria”. Aunque nos dan una visión fascinante de la gloria futura de los santos, solo Jesús se describe en términos que pertenecen al Anciano de Días. Él comparte Su gloria con Su pueblo [1] y es distinto. [2]
El hijo del hombre que viene

El libro de Apocalipsis contiene numerosas descripciones del Hijo del Hombre que revelan su exaltada identidad divina. Probablemente Juan fue el discípulo más cercano a Jesús. Por ejemplo, durante la última cena, Pedro quería que Juan le hiciera una pregunta difícil a Jesús. [3] Juan aparentemente conocía a Jesús mejor que cualquier otro ser humano, y esto hace que su encuentro en Apocalipsis 1 sea aún más increíble.

Juan estableció el contexto para el libro de Apocalipsis 1: 7:

7 He aquí, viene con las nubes ...

El libro de Apocalipsis trata principalmente de una cosa: el Hijo del Hombre viene con las nubes.

Después de establecer el contexto, John describió un encuentro asombroso. Dado que Juan conocía a Jesús, esperaríamos que presentara a Jesús como un amigo usando descripciones familiares. En cambio, obtenemos algo radicalmente diferente: John responde a su amigo cayendo a Sus pies como un hombre muerto:

17 Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. (Apocalipsis 1:17)

Juan vio a Jesús, pero claramente vio más de lo que estaba acostumbrado. Entonces, ¿qué vio cuando vio a Jesús? Juan presentó su visión de Jesús usando una frase familiar:

13 y en medio de los candeleros uno semejante a un hijo de hombre. (v.13)

Juan no vio simplemente a su amigo Jesús. Vio a uno como un hijo de hombre. Juan vio a Jesús en gloria de la misma manera que Daniel lo vio a Él. El encuentro de Juan en Apocalipsis 1 es una exposición sobre Daniel 7. Juan vio al Aquel que vio Daniel, pero Juan registró más detalles:

13 y en medio de los candeleros, uno semejante a un hijo de hombre, 
vestido con un manto largo y con un cinto de oro alrededor del pecho. 
14 Los cabellos de su cabeza eran blancos, como lana blanca, como nieve.
 Sus ojos eran como llama de fuego, 
15 sus pies eran como bronce bruñido, refinado en un horno, 
y su voz era como el rugido de muchas aguas. 
16 En su mano derecha tenía siete estrellas, 
de su boca salía una espada aguda de dos filos, 
y su rostro era como el sol que brilla con toda su fuerza. 
(Apocalipsis 1: 13–16)

Juan ya nos dijo en el versículo 7 y el versículo 13 que este era el Hijo del Hombre de Daniel 7, pero la descripción de la apariencia del Hijo del Hombre es especialmente asombrosa. En la visión de Juan, el Hijo del Hombre se describe en términos que pertenecen al Anciano de Días:

9 “Mientras miraba, se colocaron tronos, y el Anciano de Días tomó su asiento; 
su ropa era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura; 
su trono era llamas de fuego; sus ruedas ardían en llamas. 
10 Una corriente de fuego salió de delante de él. 
(Daniel 7: 9–10)

Daniel vio al Anciano de Días con ropa blanca como la nieve, cabello como lana pura, sobre un trono de fuego, con una corriente de fuego delante de Él. Juan vio al Hijo del Hombre con cabello blanco como la nieve como lana blanca, ojos como llama de fuego y un rostro como el sol brillando con toda su fuerza. Hay suficientes diferencias para que el Padre y el Hijo mantengan la distinción, pero el mensaje es claro: el Hijo del Hombre comparte la gloria y la identidad divina del Anciano de Días.

Durante más de tres años, Juan caminó de cerca con el Hijo del Hombre. Él también lo conocía. Estaba tan familiarizado con Jesús como cualquier otro ser humano. Escuchó a Jesús explicar repetidamente su identidad como el Hijo del Hombre. Sin embargo, nada de eso preparó a Juan para un encuentro con su amigo como el Hijo del Hombre.
El Salón del Trono

Veremos con más detalle Apocalipsis 4 y 5 en un capítulo futuro, pero debemos notar brevemente lo que estos capítulos dicen acerca de la naturaleza exaltada del Hijo del Hombre.

La escena comienza en el cielo como una profecía de lo que vendrá:

1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo. 
Y la primera voz, que había escuchado que me hablaba como una trompeta, dijo: 
"Sube acá y te mostraré lo que debe suceder después de esto". 
(Apocalipsis 4: 1)

Tan pronto como Juan es atrapado en la escena celestial, ve un trono y a Uno sentado en el trono:

2 En seguida estaba en el Espíritu, 
y he aquí, un trono estaba en el cielo, 
con uno sentado en el trono. 
(Apocalipsis 4: 2)

Juan esperaba que relacionáramos esta escena con Daniel 7. Hay un trono en su lugar y el Anciano de Días está sentado en él. [4] Antorchas de fuego encendidas están delante del trono. [5] A medida que se desarrolla la escena, una hueste celestial ministra ante el trono como en Daniel 7. [6] Lo más importante es que la revelación más significativa en ambos encuentros es el que se acerca al trono.

Daniel vio al Hijo del Hombre venir al Anciano de Días para recibir un reino:

13 ... uno como un hijo de hombre ... 
vino al Anciano de Días y fue presentado ante él. 
14 Y se le dio dominio y gloria y un reino, 
para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; 
su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, 
y su reino uno que no será destruido. 
(Daniel 7: 13-14)

Como vimos en el último capítulo, este reino es tanto el reino del Anciano de Días como el reino del Hijo del Hombre:

27 Y el reino y el dominio y la grandeza de los reinos debajo de todo el cielo 
serán dados al pueblo de los santos del Altísimo; 
u reino será un reino eterno, 
y todos los dominios le servirán 
y le obedecerán. 
(Daniel 7:27)

En Apocalipsis 5, Juan vio de repente al Cordero en medio del trono. El Hijo del Hombre es también el Cordero, razón por la cual Jesús siempre relacionó Su identidad como Hijo del Hombre con Su sufrimiento y crucifixión. Las identidades de Jesús como el Hijo del Hombre y el Cordero son intercambiables.

Como en Daniel 7, se acerca al trono del Anciano de Días para recibir la autoridad para ejecutar juicio:

6 Y entre el trono y los cuatro seres vivientes 
y entre los ancianos vi un Cordero de pie, como inmolado, 
con siete cuernos y con siete ojos, 
que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 
7 Y él fue y tomó el rollo de la mano derecha 
del que estaba sentado en el trono. 
(Apocalipsis 5: 6-7)

Estamos tan familiarizados con el pasaje que perdemos el impacto del acercamiento de Jesús al trono. Nadie puede acercarse al trono y, sin embargo, Él se acerca valientemente al trono por Su propia iniciativa. El resultado es que la hueste celestial estalla en adoración, cantando la gloria del Hijo del Hombre.

9 Y cantaron un cántico nuevo, diciendo: “Digno eres de tomar el rollo y abrir sus sellos, porque fuiste inmolado, y con tu sangre redimiste para Dios a personas de toda tribu y lengua y pueblo y nación, 10 y les has hecho reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra ”. 11 Entonces miré y oí alrededor del trono, a los seres vivientes y a los ancianos la voz de muchos ángeles, miríadas de miríadas y miles de miles, 12 que decían a gran voz: “Digno es el Cordero que fue inmolado, para recibe poder, riqueza, sabiduría, fortaleza, honor, gloria y bendición ”. 13 Y oí a toda criatura en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra y en el mar, y todo lo que hay en ellos, diciendo: “Al que se sienta en el trono y al Cordero sea bendición, honra, gloria y poder para siempre. y siempre!

El enfoque del Cordero tiene el mismo resultado que en Daniel 7: se le da un reino que consiste en un pueblo de todas las naciones. Apocalipsis 5 revela más sobre el reino de Daniel 7. El Hijo del Hombre no solo recibe a los santos, sino que los compra con su propia sangre.

El capítulo termina como termina Daniel 7: establece la identidad divina del Hijo del Hombre y el Anciano de Días. En los versículos finales de Daniel 7, a ambos se les llama el "Altísimo". Apocalipsis 5 cierra con un cántico de adoración dirigido a ambos. Nadie recibe adoración excepto Dios, pero los cánticos de Apocalipsis 5 están dirigidos tanto al que está en el trono como al Cordero. El encuentro en Apocalipsis 5 es una exposición de la escena del salón del trono de Daniel 7, y además afirma la identidad divina del Hijo del Hombre revelado.
 
_____________________________________________
[1] Romanos 8:29; 1 Juan 3: 2.

[2] Juan 3:16.

[3] Juan 13: 23-25.

[4] Apocalipsis 4: 2.

[5] Apocalipsis 4: 5.

[6] Apocalipsis 4: 6, 10; 5: 8, 11.

La belleza de Jesús...



En Isaías encontramos una declaración indignante sobre Jesús:

Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; 
no hay parecer en él, ni hermosura; 
le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos
Isaías 53:2

Isaías predijo que Jesús no tendría ninguna belleza natural. Debido a que las palabras de Isaías nos son familiares, fácilmente podemos pasar por alto lo impactantes que son estas palabras. El mesías de Dios, el rey humano supremo, no tiene majestad o belleza natural que atraiga a los humanos.

La profecía de Isaías se demuestra en los evangelios. La gente no estaba asombrada por la aparición de Jesús. En todo caso, fue todo lo contrario. Les pareció muy corriente. [1] La gente no mostró a Jesús ningún respeto o atención inusual sobre la base de la apariencia humana.

El tema de la belleza de Jesús es una paradoja. Por un lado, no posee la belleza humana y, sin embargo, es el hombre más hermoso que jamás haya existido. Posee una belleza más allá de cualquier otro ser humano y, sin embargo, no posee lo que los humanos consideran hermoso. La razón de esta paradoja es simple:

La belleza de Jesús no fluye de Su humanidad, fluye de Su divinidad.

Su divinidad es lo que lo hace hermoso. No es hermoso porque es el "hombre supremo" según lo que consideramos valioso. Es hermoso porque demuestra cómo es Dios cuando se vuelve humano. Cuando vemos a Jesús, estamos viendo a un humano divino. Toda Su belleza fluye de Su naturaleza divina. No es una belleza natural, es una belleza trascendente. Es una revelación de la belleza que ningún hombre podía ver antes de que Dios se hiciera humano.

Moisés no pudo ver la belleza de Dios, pero podemos verla en el rostro de Jesús. [2] Si miramos a Jesús como un ser humano y buscamos la belleza, no la veremos. Si lo vemos como Dios en un cuerpo humano, la belleza de quién es Él nos asombrará.

La mayoría de las imágenes de Jesús son evidencia de que no percibimos la verdadera naturaleza de Su belleza. Seguimos creando imágenes de Jesús que lo presentan como un hombre guapo y atractivo de acuerdo con nuestras definiciones culturales de Su belleza. Por ejemplo, en Occidente, a Jesús se le suele presentar como un atractivo hombre blanco de rasgos suaves. Nuestras imágenes de Jesús demuestran que no captamos la verdadera fuente de la belleza de Jesús. Casi todas las imágenes de Jesús no se parecen en nada a un hombre de Oriente Medio del primer siglo que "no tiene ninguna belleza que lo deseemos".

Todavía estamos cautivados por el pensamiento humano y, por lo tanto, tendemos a hacer de Jesús a nuestra propia imagen de acuerdo con nuestra propia definición de belleza en lugar de permitir que lo que las Escrituras han revelado sobre Él redefinan nuestra comprensión de la verdadera belleza.

Hasta que comprendamos el hecho de que la belleza de Jesús fluye de Su divinidad, no lo veremos correctamente y continuaremos viendo a Jesús como un ser humano más perfecto. Esta visión de Jesús produce un evangelio al revés. Jesús no vino para mejorar nuestra humanidad y hacernos versiones más perfectas del hombre. Jesús vino para hacernos a imagen de Dios.

Así que los cristianos esperan convertirse en seres humanos definitivos a través del evangelio, pero esa no es la esperanza del evangelio. Los santos no se convertirán en seres humanos “hermosos”. El evangelio promete que los santos serán humanos transformados al demostrar la belleza de Dios. Como Jesús, nuestra belleza se encuentra en cuánto de Dios se demuestra en nuestro marco. El Nuevo Testamento nos advierte que no busquemos la belleza de acuerdo con los términos humanos porque nuestra belleza fluye de la imagen de Dios en nosotros, no debido a nuestra forma humana. [3]

La gente del Hijo del Hombre será hermosa en la forma en que Él es hermoso. Aunque solo Él es divino, los santos son como Él porque tienen a Dios morando dentro de ellos a través del Espíritu Santo. Como Jesús, la belleza de los santos fluye de la demostración de la naturaleza de Dios en nosotros. Los santos nunca serán hermosos como lo son las “personas hermosas” en esta era. Su esplendor fluirá del grado en que Dios se exprese en su forma humana.

Sin embargo, mientras veamos a Jesús como un ser humano hermoso, no comprendemos completamente el evangelio. Su belleza fluye de Su divinidad. En Su estructura humana, no lo encontraríamos atractivo de acuerdo con las definiciones humanas de belleza. Como resultado, la gente continúa rechazándolo. Si el Espíritu Santo no libera la revelación, el rechazo humano de Jesús es perfectamente normal porque no es hermoso según la definición humana. Es hermoso como Dios.

Si Dios es hermoso para nosotros, Jesús será hermoso. Si Dios no nos atrae, Jesús nos resultará repulsivo porque no tiene ninguna belleza fuera de su divinidad.

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[1] Mateo 13:46, 55-58; Marcos 6: 4-5; Lucas 4: 22-24; Juan 12:34.

[2] Éxodo 3: 6; 33: 18-20; 2 Corintios 3:18; 4: 6.

[3] 1 Timoteo 2: 9-10; 1 Pedro 3: 3-4

Hijo del Hombre



Note esto en un extracto de Son of Man: The Gospel of Daniel 7.


Jesús usó el título del Hijo del Hombre mucho más que cualquier otro título, incluidos títulos bien conocidos como Mesías o Hijo de Dios . Hay varias razones por las que este título era una referencia a Daniel 7. Una es el contexto de la frase. El segundo es la singularidad del lenguaje que usó Jesús.

El contexto de la frase Hijo del hombre

La frase Hijo del Hombre se puede traducir como humano porque ese es el significado esencial de la frase. A medida que avanzamos en las páginas de este libro, veremos que Jesús tomó esta frase de Daniel y la convirtió en un título. Si leemos que este título solo significa humano , perdemos una parte significativa del mensaje de Jesús.

El gran desafío de Jesús fue revelar Su divinidad, no probar Su humanidad. Su humanidad nunca fue cuestionada en los Evangelios; De hecho, lo contrario era cierto. Era tan humano que a la gente le costaba creer que Él era Dios. [1] La naturaleza de la humanidad de Jesús solo se convirtió en una pregunta siglos después, cuando la iglesia se volvió predominantemente gentil y tuvo que lidiar con varias herejías.

Jesús usó la frase como título. Jesús se llamó a sí mismo el Hijo del Hombre (o podríamos decir el humano ). Él no era un Hijo del Hombre , era el único Hijo del Hombre . Si bien "s on of man" era una frase antigua, este no era un título conocido, y el uso que hizo Jesús de " Hijo del Hombre" era inusual. [2]

El uso de Hijo del Hombre es muy singular en los Evangelios. Jesús fue la única persona a la que se refiere como Hijo del Hombre en los Evangelios. También fue la única persona que se llamó a sí mismo el Hijo del Hombre, y lo hizo al menos setenta y ocho veces. Cuando otras personas se refirieron a Jesús, lo llamaron hombre —no Hijo del Hombre— más de cincuenta veces en los Evangelios. [3] Además, Jesús usó al hombre para referirse a sí mismo como un hombre en Juan, [4] revelando que Jesús no usó al Hijo del Hombre para referirse a Su humanidad. Los autores de los evangelios hicieron una clara distinción entre el Hijo del Hombre y las referencias genéricas a la humanidad. Hijo del hombre y hombre o humano no se usaban indistintamente en los Evangelios. Esto indica que los autores esperaban que leiéramos Son of Man como un título único y no como una referencia genérica a la humanidad.

Nadie más se atrevió a reclamar el título de Hijo del Hombre. Otros reclamaron el título de mesías y los gobernantes gentiles afirmaron ser hijos de dios , pero nadie más afirmó ser Hijo del Hombre . Fue único.

Hijo del hombre era un título inusual, pero Jesús nunca tuvo que explicarlo. El público de Jesús y sus oponentes entendieron que el Hijo del Hombre era un título y un reclamo de un estatus exaltado. Jesús usó constantemente al Hijo del Hombre para reclamar ese estatus, y nadie lo desafió a que explicara su reclamo. Sus oponentes no estaban de acuerdo con eso, pero lo entendieron.

Jesús usó repetidamente al Hijo del Hombre como la justificación de su estado exaltado. Como veremos en los Evangelios, Jesús usó constantemente al Hijo del Hombre para justificar su estado exaltado y la autoridad de su enseñanza, y para presentarse a sí mismo como divino. También usó Su identidad como Hijo del Hombre como base para Sus temas principales de enseñanza.

Jesús vivió principalmente en Galilea, un área religiosa familiarizada con las Escrituras. Los judíos galileos entre los que vivió Jesús eran religiosos y conocían la Biblia lo suficientemente bien como para reconocer que Jesús se estaba refiriendo al libro de Daniel. Nuevamente, esto se demuestra en el hecho de que Jesús usó el título para hacer afirmaciones audaces y no tuvo que explicarlo.

Jesús fue acusado de blasfemia por afirmar ser el Hijo del Hombre. Tres de las cuatro veces que Jesús fue acusado de blasfemia estaban directamente relacionadas con su afirmación de ser el Hijo del Hombre, [5] y se puede argumentar que la cuarta instancia también fue una referencia al Hijo del Hombre, como veremos en un capítulo futuro. [6]

La afirmación de Jesús de ser el Hijo del Hombre fue la razón por la que fue ejecutado. [7] Esto es especialmente significativo porque se le preguntó a Jesús si Él era el Mesías y el Hijo de Dios. Jesús respondió que era el Hijo del Hombre, y eso provocó que el Sumo Sacerdote acusara a Jesús de blasfemia y exigiera su muerte.

Jesús fue traicionado como el Hijo del Hombre. Jesús le preguntó a Judas en el momento del arresto de Jesús: 
"Judas, ¿traicionarías al Hijo del Hombre con un beso?" 
(Lucas 22:48).

El primer mártir cristiano murió por reclamar a Jesús como el Hijo del Hombre. Esteban fue ejecutado cuando declaró a Jesús como el Hijo del Hombre en los cielos. [8]

Jesús usualmente combinó el Hijo del Hombre con otros temas de Daniel 7. Es relativamente sencillo argumentar solo en el lenguaje que el Hijo del Hombre era una referencia a Daniel. Sin embargo, Jesús usualmente combinaba el título Hijo del Hombre con otros temas de Daniel, lo que indica además que esperaba que su audiencia conectara al Hijo del Hombre con Daniel. Por ejemplo, cuando Jesús se refirió a sí mismo como Hijo del Hombre en setenta y ocho versículos , hizo referencia directa a otros temas de Daniel en cincuenta y tres de esos versículos. En siete versículos más, hizo alusiones a temas en Daniel cuando afirmó ser el Hijo del Hombre.

Esto significa que sesenta de las setenta y ocho referencias al Hijo del Hombre también incluyen otros elementos de Daniel. Solo eso es suficiente para comunicar un vínculo firme con Daniel. Yendo un paso más allá, veremos que Jesús probablemente estaba aludiendo a la predicción del sufrimiento de Daniel cuando predijo que debía sufrir como el Hijo del Hombre. Si consideramos el sufrimiento como un tema de Daniel, deja solo seis referencias al Hijo del Hombre en los Evangelios que tampoco incluyen otra referencia a un tema de Daniel 7.

Era una técnica de enseñanza común en ese momento hacer referencia a una frase o extracto de un pasaje para hacer una conexión con ese pasaje. Los maestros judíos durante la época de Jesús solían citar una frase o un extracto de un pasaje que su audiencia conocía para hacer referencia a todo el pasaje. Cuando usaron una frase clave, su audiencia comprendió que estaban exponiendo el pasaje más amplio del que se extrajo la frase o cita. Esta técnica de enseñanza se encuentra en todo el Nuevo Testamento, pero desafortunadamente nuestra falta de familiaridad con el Antiguo Testamento a menudo nos hace perder muchas referencias intencionales al Antiguo Testamento. Y el Hijo del Hombre es una referencia crítica del Antiguo Testamento que muchos lectores pasan por alto. [9]

Si bien ha habido un debate considerable sobre el título del Hijo del Hombre , encontraremos que Jesús hizo referencia intencional a Daniel, su audiencia sabía que se estaba refiriendo a Daniel y los evangelios fueron escritos para que pudiéramos reconocer el uso que Jesús hizo de Daniel.

La singularidad de la frase Hijo del hombrePara comprender cuán única es la frase Hijo del Hombre , también debemos considerarla a la luz de los idiomas originales de la Biblia. Se ha dicho mucho sobre esto, pero podemos resumir algunos puntos principales para nuestros propósitos.
Casi todo el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo.
Una excepción es Daniel 2: 4 – Daniel 7:28. Los versos fueron escritos en arameo. Todo el Nuevo Testamento fue escrito en griego. Además, hay otras frases en la Biblia que se pueden traducir como hijo de hombre en inglés, pero Daniel 7:13 contiene la única vez en la Biblia que la palabra del hombre fue escrita en arameo (בראנש, bar enasha ). Todos los demás casos de hijo del hombre en el Antiguo Testamento fueron escritos en hebreo (בןאדם, ben adam ).

Si bien el hebreo y el arameo son idiomas relacionados, las palabras son diferentes, lo que significa que la palabra del hombre en Daniel 7:13 es completamente única. Ningún otro verso contiene bar enasha . Esto es cierto incluso en el libro de Daniel. En una traducción al inglés, encontramos al Hijo del Hombre en Daniel 7:13 y Daniel 8:17. Sin embargo, debido a que Daniel 7 fue escrito en arameo y Daniel 8 fue escrito en hebreo, no es lo mismo. Daniel 7 contiene bar enasha y Daniel 8 ben adam . La diferencia de significado es incluso obvia cuando lee los capítulos en inglés. En Daniel 7, el Hijo del Hombre se presenta como una figura divina en los cielos, y en Daniel 8, el hijo del hombre.se usa para dirigirse a Daniel. Obviamente, no son la misma persona.

Esto puede parecer un pequeño detalle, pero es muy significativo. Jesús era multilingüe, pero la mayor parte de su enseñanza pública probablemente se hizo en arameo. Por lo tanto, cuando se refirió a sí mismo como el Hijo del Hombre , habló en arameo (b ar enasha ) que se encuentra solo en Daniel 7 en lugar del hebreo ( ben adam ) que se encuentra en algunos otros pasajes. Nuevamente, solo hay una barra enasha en el Antiguo Testamento, por lo que está claramente vinculada a Daniel.

Con esto en mente, debemos considerar brevemente la forma en que las palabras de Jesús se registran para nosotros en los Evangelios. Una vez más, Jesús enseñó en arameo, pero los evangelios fueron escritos en griego. [10] Lo que queremos notar es la forma en que las palabras de Jesús fueron traducidas al griego enfatizando el vínculo entre el Hijo del Hombre y Daniel.

Durante el tiempo de Jesús, el hijo del hombre se usó en arameo para indicar humano . Por ejemplo, Daniel usó la frase de esa manera en el capítulo 7.
“Vi en las visiones nocturnas, y he aquí,
con las nubes del cielo vino uno como un hijo de hombre,
y vino al Anciano de Días y fue presentado ante él.
(v. 13 ESV)

Su descripción de Jesús podría traducirse literalmente como: "Vi a uno que parecía humano venir con las nubes en los cielos". Mientras que hijo de hombre significaba humano en arameo, hijo de hombre no se usaba en griego. En griego, simplemente dirías hombre (ἄνθρωπος, anthrōpos ). Por lo tanto, si Jesús ha usado la frase hijo de hombre simplemente para significar humano, los autores de los Evangelios podrían haber traducido Sus palabras directamente a anthrōpos , pero no lo hicieron.

Cuando los autores de los evangelios registraron la afirmación de Jesús de ser el Hijo del Hombre (ὁυἱὸς τοῦἀνθρώπου, ho huios ho anthrōpos ), escribieron el arameo de Jesús literalmente en griego en lugar de traducir lo que Jesús dijo al griego apropiado. Esto indica que los autores querían asegurarse de que supiéramos exactamente lo que Jesús dijo en arameo. También incluyen el artículo definido el (ὁ, ho ) para que los lectores reconocerían Jesús usó Hijo del Hombre como un título. No dijo que era un Hijo del Hombre . Dijo que era el Hijo del Hombre . [11]

Esto se vuelve aún más significativo cuando recordamos que el Hijo del Hombre se usó setenta y ocho veces en los Evangelios, y cada vez que se refería a Jesús, y en todas las instancias menos una, Jesús fue quien lo usó. [12] Sin embargo, la palabra para hombre ( anthrōpos ) se encuentra en más de ciento noventa versículos. Jesús también usó esta palabra cuando quiso describirse a sí mismo como un ser humano. Otras personas usaron la palabra para referirse a los humanos. Incluso usaron la palabra para referirse a Jesús como humano.

Hemos cubierto mucho, así que resumamos los puntos principales.

El Hijo del Hombre fue un título intencional en los Evangelios . Hijo del hombre era una frase aramea. Tenía sentido en arameo y básicamente significaba humano. Sin embargo, era una frase extraña en griego [13] y no la forma de decir humano en griego, lo que significa que los autores de los evangelios no tradujeron Hijo del Hombre al griego apropiado. Claramente querían comunicar la frase aramea que Jesús usó. Por otra parte, cada vez que Jesús usó Hijo del hombre , los Evangelios incluido el artículo definido el que hizo la frase un título distinto. Jesús no era solo un Hijo del Hombre ; El era el hijo del hombre. Si bien los evangelios se escribieron en griego, se escribieron de tal manera que enfatizaran el arameo que usó Jesús, y la frase aramea solo se encuentra en un lugar en el Antiguo Testamento: Daniel 7.

Los autores de los evangelios no usaron hijo del hombre en un sentido genérico para referirse a la humanidad. Los autores de los evangelios usaron consistentemente la palabra griega normal para hombre (humanidad) cuando querían referirse a la humanidad. Jesús fue referido como un hombre, y Jesús incluso usó la palabra para hablar de sí mismo. Entonces, el Hijo del Hombre fue usado por Jesús de manera intencional, mientras que el hombre fue usado consistentemente de manera genérica para hablar de humanidad. Nuevamente, esto es importante porque estas conversaciones no ocurrieron originalmente en griego. Son conversaciones traducidas. Quizás el hablante original usó la frase hijo del hombrehablar de humanidad porque eso hubiera sido correcto en arameo. Sin embargo, cuando se registró en los Evangelios, estaba escrito en griego correcto como hombre . Los evangelios usan con frecuencia la palabra griega genérica para hombre, pero nunca usan la frase hijo de hombre para hablar de la humanidad de manera genérica.

Los autores de los evangelios usaron el mismo griego para Hijo del Hombre que la traducción griega de Daniel usada por la iglesia primitiva. La Septuaginta (LXX) fue la traducción griega del Antiguo Testamento usada con más frecuencia por los apóstoles. En la Septuaginta, Daniel 7:13 se tradujo al griego como "como un hijo de hombre" en lugar de "como un humano". Los traductores conservaron la frase aramea en griego en lugar de convertirla en una palabra griega equivalente. Los Evangelios utilizaron la misma traducción griega de las palabras de Jesús que la traducción griega más común de Daniel 7:13.

Los autores de los Evangelios tradujeron las conversaciones de los Evangelios de una manera muy intencionada. Cuando Jesús se llamó a sí mismo el Hijo del Hombre, fue una frase aramea literalmente escrita en griego. Sin embargo, al hablar de humanidad, los autores de los evangelios usaron la típica palabra griega. Su traducción fue obviamente intencional. Querían que supiéramos lo que Jesús dijo en arameo cuando se llamó a sí mismo el Hijo del Hombre . En otros casos, solo comunicaron que alguien habló de un hombre .

Los autores de los evangelios crearon intencionalmente una conexión entre las palabras de Jesús y Daniel 7. Debemos recordar que los libros de la Biblia fueron escritos como literatura. Fueron escritos intencionalmente para que los lectores pudieran hacer conexiones y llegar a conclusiones correctas. Los autores a menudo usaban el lenguaje bíblico de los pasajes para ayudar a los lectores a hacer conexiones con esos pasajes.

Aunque escribieron en un idioma diferente al del Antiguo Testamento, los autores de los evangelios claramente estaban tratando de comunicar una conexión directa con Daniel en el idioma que eligieron. Cuando consideramos su elección de idioma a la luz de todo lo que ya hemos visto, la conexión con Daniel es simplemente innegable.

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[1] Mateo 13:46, 55–58; Marcos 6: 4-5; Lucas 4: 22-24; Juan 12:34.

[2] Debido a que Jesús probablemente enseñó en arameo, los eruditos han cuestionado si Jesús usó un artículo definido o indefinido y si era significativo. Sin embargo, la versión griega de la enseñanza de Jesús en los Evangelios siempre incluyó el artículo definido para hacer evidente que Jesús usó Hijo del Hombre como un título específico que se aplicaba solo a Él mismo.

[3] Mateo 9: 3; 12:24; 13:54, 56; 26:48, 61, 72, 74; 27:19, 24, 47; Marcos 2: 7; 6: 2; 14:44, 71; Marcos 15:12; Lucas 7:39; 15: 2; 23: 2, 4; 23: 6, 14, 18, 41, 47; Juan 1:30; 4:29; 5: 11-12; 6:52; 7:15, 25, 27, 31, 35; 9:16, 24, 29, 33; 10:41; 11:37, 50; 18:14, 17, 29-30, 40; 19: 5, 12, 21. Una vez le preguntaron a Jesús: "¿Quién es este Hijo del Hombre?" pero fue una respuesta a la enseñanza de Jesús. La gente no se dirigió a Jesús de esa manera (Juan 12:34).

[4] Juan 8:40.

[5] Mateo 26: 64–65; Marcos 14: 62–64; Lucas 5: 21-24.

[6] Juan 10: 24-25, 33.

[7] Mateo 26: 64–66; Marcos 14: 62–64.

[8] Hechos 7:56.

[9] Si bien a muchos cristianos no se les ha enseñado la conexión con Daniel, los eruditos han reconocido la conexión con Daniel durante algún tiempo y han escrito bastante al respecto. Cada vez más eruditos reconocen el uso que Jesús hace del Hijo del Hombre como una referencia deliberada e intencional a Daniel.

[10] La Biblia es un libro inspirado que ha sido preservado sobrenaturalmente, y Dios decidió preservarlo en griego. Algunos han propuesto que parte de todos los Evangelios se escribieron originalmente en arameo. Para nuestros propósitos, consideraremos los Evangelios que se han conservado sobrenaturalmente como auténticos Evangelios.

[11] Ha habido mucho debate sobre el significado del uso del artículo definido en arameo, pero el hecho de que los autores de los evangelios usaran un artículo definido en griego es significativo porque “el Hijo del Hombre” no es una frase griega, lo que indica quieren que sus lectores se conecten con el arameo subyacente.

[12] La única excepción es Juan 12:34. En este versículo, la multitud dice: "¿Quién es este Hijo del Hombre?" El orador no era Jesús, sino la multitud, le estaba respondiendo las palabras de Jesús.

[13] “la expresión griega ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου no es el griego monoglota normal…” Casey, Maurice. La solución al problema del 'hijo del hombre' , Nueva York: T&T Clark International, 2009.

https://samuelwhitefield.com/resource/why-son-of-man-in-the-gospels-was-a-unique-reference-to-daniel-7


sábado, 13 de febrero de 2021

Un Dios mas de camping, que de hoteles... IV


RECENTAR EL UNIVERSO

 Quizás el tema narrativo más destacado de los Evangelios, los cuatro relatos de la vida de Jesús, es el incesante conflicto entre Jesús y los líderes religiosos. Si bien es fácil identificar dónde diferían en perspectiva e interpretación de la ley, no es tan fácil entender por qué estas diferencias hicieron que los fariseos, saduceos y maestros de la ley odiaran a Jesús. No podían estar de acuerdo en estar en desacuerdo con él. Lo odiaban. No solo lo deseaban muerto; ellos orquestaron su arresto y ejecución. Si bien eso nos parece un poco exagerado, como le ocurrió a Pilato, en realidad tenían buenas razones para despreciarlo.

 

Ellos veían algo que muy comúnmente se nos escapa.

 Los líderes del templo no veían a Jesús como judaísmo potenciado, un judaismo2.0. Entendieron correctamente que Jesús era una amenaza para todo lo que valoraban. Todo. Si lo que afirmó era cierto, marcó el fin, no una nueva versión del mundo tal como lo conocían.

 Los lectores modernos de la Biblia ven a Jesús como una extensión de las Escrituras judías, nuestro Antiguo Testamento. Los líderes judíos de la época de Jesús no lo veían como una extensión o cumplimiento de nada. Nosotros vemos a Jesús como un y… una continuación de las escrituras hebreas. Sus detractores del primer siglo lo vieron como alguien que se ponía un en lugar de... las escrituras judías

 En este punto, tenían razón. Jesús estaba presentando algo nuevo.

 Una de las declaraciones más ofensivas de Jesús se registra en el Evangelio de Mateo. Si lo ha leído antes, es probable que siga leyendo. Pocos de nosotros lo notamos. Durante una de sus muchas disputas con líderes religiosos sobre lo que implicaba una violación del sábado, Jesús, refiriéndose a sí mismo, declaró:

Les digo que aquí hay algo más grande que el templo.

Mateo 12:6

 Exasperante, ¿verdad?

 ¿No?

 ¿Nunca había notado esa declaración antes?

 No lo creo.

 

 Para los judíos del primer siglo, nada ni nadie era más grande que el templo. Si había algo más grande que el templo, el templo no tenía sentido.

Era inútil.

Si bien hay lugares que consideramos especiales, quizás sagrados, nuestra conexión emocional con esos lugares palidece en comparación con lo que los judíos sintieron, y en algunos casos todavía se sienten, acerca de su templo.

Para los judíos del siglo I, el templo lo era todo.

Fue el centro del mundo.

No solo su mundo. El mundo.

 

El templo fue el epicentro de la vida religiosa judía. Fue el hogar oficial de la ley oficial. El templo era la presencia de Dios en la tierra. Compararse con el templo o sugerir algo era más grande que el templo reflejaba una extraordinaria arrogancia, ignorancia o locura. Que alguien pretendiera ser más grande que el templo era una blasfemia digna de muerte. Una amenaza para el templo era una amenaza para la nación. La población judía moriría antes de permitir que esta sagrada propiedad fuera profanada o amenazada.

 Morir.

 Eso no es una hipérbole (exageración).

 Punto aparte.

 

 EL IDOLO QUE HABLA

 Alrededor del año 40 d.C., se notificó a los ciudadanos de Jerusalén que se erigiría una estatua del emperador Cayo Calígula dentro de los muros del templo. A Petronio, gobernador de Siria, se le asignó la responsabilidad de transportar la estatua desde la ciudad portuaria de Ptolomeo a Jerusalén. Lo acompañaron dos legiones (aproximadamente 10.000 soldados). Cuando llegó para tomar posesión de la estatua, se sorprendió al descubrir que miles de judíos de la región se habían reunido en protesta. 2 Cuando se les amenazó con violencia, en lugar de organizarse para defenderse, los manifestantes se arrodillaron y expusieron sus cuellos a las espadas romanas. El mensaje fue claro. Morirían antes de presenciar la profanación de su templo. Petronio fue superado.

 El conflicto armado era una cosa. Matar a ciudadanos desarmados era algo completamente distinto. Haciendo caso omiso de las multitudes, Petronio y sus legiones se dirigieron tierra adentro hasta Tiberio. Según Josefo, al llegar a Tiberio, se encontró con una contingencia aún mayor de manifestantes. Todavía estaba a más de cien millas de Jerusalén. Josefo describió la escena fuera de Tiberio de esta manera:

 Entonces se arrojaron sobre sus rostros, y estiraron sus gargantas y dijeron que estaban listos para ser asesinados; e hicieron esto durante cuarenta días juntos y mientras tanto dejaron la labranza de su tierra, y eso mientras la estación del año requería que sembraran. Así, continuaron firmes en su resolución y se propusieron morir de buena gana en lugar de ver la dedicación de la estatua.

Los agricultores de toda la región se declararon en huelga, lo que puso en peligro la economía de la región. Una vez más, Petronio se encontró en un callejón sin salida. Para cumplir los deseos del emperador se requeriría algo mucho peor que un conflicto armado. Requeriría algo más cercano al genocidio. De mala gana, le escribió al emperador pidiendo más instrucciones, plenamente consciente de que su incumplimiento de sus órdenes se interpretaría como incompetencia y sin duda resultaría en su destitución o algo peor. En un giro extraordinario del destino, o de la providencia, los oficiales de la Guardia Pretoriana conspiraron con un puñado de senadores romanos para asesinar al emperador antes de que la carta de Petronio llegara a la capital.

 Crisis evitada.

 Así que sí, el templo fue un gran problema.

 Jesús afirmó ser más grande que el templo.

 Eso fue un problema.

 

DEFECTOS DEL MODELO

 Cuando Jesús alcanzó la edad adulta, el sistema de templos judíos estaba completamente corrupto. Él pensaba eso de todos modos. Si bien en los Evangelios se nos presenta un puñado de sacerdotes, abogados y fariseos sinceros, son la excepción. El juicio de Jesús por sí solo es suficiente para eliminar cualquier duda sobre el estado del estado.

 La corrupción generalizada en la comunidad religiosa no se infiere e ilustra simplemente en los Evangelios. Jesús lo abordó directamente. En el evangelio de Mateo, encontramos la descripción de Jesús de los hombres a cargo. Mateo 23

 Aquí hay una muestra:

 • Todo lo que hacen está hecho para que la gente lo vea.

 • Les encanta el lugar de honor en los banquetes.

 • Aman sus títulos.

 • Les encanta ser recibidos con respeto en los mercados.

 • Descuidan la justicia, la misericordia y la fidelidad.

 • Son hipócritas.

 • Están llenos de codicia y autocomplacencia.

 • Por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de maldad.

 Compañeros encantadores.

 Jesús concluye sus comentarios llamándolos serpientes y preguntándoles cómo planean escapar del infierno. Mateo 23:33

En el lado positivo. . . Bueno, no hubo un lado positivo. Jesús consideró corrupta toda la empresa. Cuando Jesús salió del río Jordán para comenzar su ministerio, los líderes del templo habían creado un sistema sofisticado y complicado de lagunas que les permitía evitar las demandas más inconvenientes de la ley. Eran especialmente expertos en reinterpretar y simplificar aquellas partes de la ley de Moisés que les costaría económicamente. En consecuencia, los que estaban en el escalón superior de la autoridad del templo vivían como reyes. En los días de Jesús, era provechoso ser sacerdote en Jerusalén. La mayoría de la gente no lo sabe, pero en los días de Jesús, el templo era una empresa enormemente rentable.

 Enormemente.

 Este es el por qué.

 

PASANDO EL PLATO

 El templo se benefició de varias fuentes de ingresos, una de las cuales fue el impuesto del templo. Los hombres judíos mayores de veinte años debían pagar un impuesto anual al templo de medio shekel, equivalente a aproximadamente un día y medio de salario. No se trataba de una enorme cantidad de dinero, pero no se limitaba a los hombres que vivían cerca del templo.

 El impuesto se exigía a todo judío sin importar dónde viviera. En el primer siglo, había millones de judíos esparcidos por todo el Imperio Romano y más allá.  

Existía un elaborado sistema para recaudar, proteger y transportar el impuesto del templo a Jerusalén. Los hombres judíos podían pagar el impuesto en los centros de tesorería ubicados en las principales ciudades del Imperio Romano y sus alrededores, o podían pagarlo directamente en el templo. Josefo hace referencia a una de esas ciudades del tesoro, Nisibis, ubicada en la actual Turquía. La siguiente cita nos da una idea de cuánta riqueza se recolectó y transfirió a Jerusalén desde las ciudades del tesoro:

 . . . porque hicieron uso de estas ciudades como tesoro, de donde, a su debido tiempo, fueron trasladadas a Jerusalén; y muchos diez mil hombres se hicieron cargo del transporte de esas donaciones, por temor a los estragos que podían causar el robo o los vándalos partos. . . Josefo – Antigüedades 18.313

 

 Josefo es famoso por su hipérbole (exageración). Pero incluso si se asignara un millar de judíos babilonios para proteger el convoy fiscal, sería un ejército de tamaño mediano. Todo esto para apoyar la actividad que se desarrolla en treinta y siete acres en el medio de Jerusalén. La cantidad de riqueza exportada fuera de las provincias romanas y enviada a Jerusalén fue tan grande que hizo que los gobernadores romanos propusieran leyes que prohibieran a los judíos en sus ciudades pagar el impuesto. En un momento, el senado romano, en un esfuerzo por mantener la riqueza judía en la capital, aprobó una ley que prohibía la exportación de plata. Pero los judíos de Roma y sus alrededores continuaron pagando el impuesto.

Eso fue solo el comienzo.

 

En el siglo I, a los judíos se les prohibió acuñar sus propias monedas. Los rabinos a cargo de la tesorería del templo se vieron obligados a buscar una moneda extranjera que se aproximara al valor de un siclo o medio siclo. Eligieron monedas de plata acuñadas en la ciudad de Tiro. Las didracmas y tetradracmas de Tiro se aproximaban mucho al valor del medio siclo y siclo judío antiguo. En la época de Jesús, el templo solo aceptaba monedas de Tiro.

 Eso creó un problema para los contribuyentes y una oportunidad para los recaudadores de impuestos. Los judíos viajaron de todo el mundo para visitar el templo. Pocos de ellos llevarían monedas de Tiro. Para remediar este "problema", se colocaron mesas en el patio del templo donde los cambistas cambiaban cualquier moneda que un devoto llevara por un shekel de Tiro. ¿Y quién supones que determinó el tipo de cambio? Autoridades del templo, por supuesto. Los fieles no tenían más remedio que someterse a la tarifa publicada.

 Entonces, además de los impuestos que fluían de todo el mundo civilizado, el personal del templo había descubierto otra forma de obtener ingresos. Fue esta práctica, junto con la venta de animales de sacrificio de segunda categoría y sobreprecios, lo que llevó a Jesús a ejercer su autoridad mesiánica de la manera más inolvidable. En un giro extraño, sin duda fueron treinta piezas de plata de Tiro robadas del tesoro que el sumo sacerdote usó para pagar a Judas.

 El poder, la política y las ganancias asociadas con el templo judío del primer siglo fueron la tormenta perfecta. Fue una receta para la corrupción. Agregue religión a la mezcla y también fue una receta para una hipocresía extraordinaria, algo que Juan el Bautista y Jesús señalaron y condenaron constantemente. A pesar de todo eso, el templo seguía siendo un gran problema en la cultura judía del primer siglo.

Un gran problema.

Y Jesús afirmó ser más grande que el templo.

 Ese fue un problema aún mayor.

 

INIMAGINABLE

 Una tarde, mientras Jesús y su equipo salían del templo, alguien comentó sobre las enormes piedras y los magníficos edificios que formaban parte del complejo del templo. Marcos 13:1

 Jesús se detuvo, miró hacia atrás y dijo:

De cierto os digo que aquí no quedará piedra sobre piedra;

todos serán derribados.

Mateo 24:2

 

 Traducido: no se impresionen demasiado; es una “demolición”.

 Estaban atónitos.

 Esperando que hubiera un chiste.

 Pero Jesús se volvió y bajó a la ciudad.

 "¿Derribado?" ¿Realmente dijo, "Derribado"? ¿Cada piedra “derribada”? ¿Como arrojado desde la plaza de treinta y siete acres al valle de abajo? ¿Cómo podría ser esto? Más concretamente, ¿cómo podría lograrse esto? Los terremotos eran comunes en la región. Pero Herodes el Grande había reconstruido el templo de tal manera que lo hacía prácticamente a prueba de terremotos. Toda la estructura se construyó con piedra tallada. Las piedras de los cimientos pesaban hasta quinientas toneladas. Un terremoto puede, en el mejor de los casos, romper un techo, caer sobre un parapeto o crear una fisura en una pared. Pero incluso un terremoto no haría lo que Jesús describió. Eso requeriría un ejército. Y el único ejército capaz de tal hazaña involucraría a las legiones romanas. Pero Roma no destruiría el templo. Herodes, el rey cliente de Roma, fue el responsable de reconstruirlo desde el principio.

 Quizás lo entendieron mal.

 Más tarde, ese mismo día, se reunieron fuera de la ciudad en el Monte de los Olivos, un lugar que les brindaba una vista panorámica de la ciudad, incluido el templo. El suspenso los estaba matando. La declaración de Jesús con respecto al futuro del templo fue. . . bueno, fue apocalíptico. El fin del templo marcó el fin del mundo tal como lo conocían. Y nadie se sintió bien. Finalmente, alguien habló y preguntó lo que todos estaban deseando saber:

. . . cuando sucederá esto. . . Mateo 24:3

 Los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas registran la respuesta de Jesús. Lo que siguió es la profecía más notable y verificable dada por cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento. A los cristianos les gusta aprovechar las profecías del Antiguo Testamento para "probar" que Jesús es quien decía ser. Pero esta predicción épica es mucho más convincente que cualquier cosa que encontremos en el Antiguo Testamento. Aquí hay una muestra de la respuesta de Jesús del Evangelio de Lucas:

Cuando veas a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabrás que su desolación está cerca.

Entonces los que estén en Judea huyan a los montes,

salgan los de la ciudad y no entren en la ciudad los que están en el campo.

Lucas 21:20-21

 Lo más probable es que lo hayas leído antes.

Es probable que haya escuchado uno o dos sermones que incluyan esos versículos.

 Y es probable que quienquiera que pronunció esos sermones asoció esos versículos con los últimos días. . . el libro de Apocalipsis. . . la segunda venida . . . etc.

Eso es lamentable.

 Este es el por qué.

  Jesús no estaba prediciendo el fin del mundo como se describe en el libro final de nuestras Biblias. Estaba prediciendo algo local. Algo que ocurriría durante la vida de muchos en su audiencia.

Y efectivamente, cuarenta años después de que Jesús hiciera esta inquietante predicción, el próximo emperador de Roma, el general Vespasiano, atrapó a miles de rebeldes judíos dentro de la ciudad de Jerusalén. Esta fue la culminación de cuatro años campaña entre los rebeldes judíos y el imperio. Los historiadores se refieren a esto como la Guerra Judía o la Guerra de Judea.

 Era inimaginable cuando Jesús habló de ello, pero el ejército de Vespasiano literalmente rodeó Jerusalén y selló tanto a las fuerzas rebeldes como a la ciudadanía dentro de las murallas de la ciudad, murallas de la ciudad que eventualmente se convertirían en muros de prisión para los aterrorizados ciudadanos de Jerusalén. Con ese poco de historia como telón de fondo, veamos la declaración de Jesús una vez más:

Cuando veas a Jerusalén rodeada de ejércitos,

sabrás que su desolación está cerca.

Entonces los que estén en Judea huyan a los montes,

salgan los de la ciudad y no entren en la ciudad los que están en el campo.

Lucas 21:20-21

 Mientras el ejército de Vespasiano se acercaba a Jerusalén, miles de peregrinos judíos se dirigían a la Ciudad Santa para celebrar una fiesta religiosa. Inicialmente, los comandantes romanos impidieron que los viajeros ingresaran a la ciudad. Vespasiano anuló esa orden e instruyó a sus legiones para proteger y escoltar a los peregrinos hasta las puertas de la ciudad. Esto duró días. Una vez que todos estuvieron a salvo dentro de las murallas, Vespasiano hizo sellar la ciudad. Fue un movimiento brillante y cruel por parte del general romano. Cuantas más bocas para alimentar, más corto es el asedio. Para cuando la Décima Legión finalmente atravesó el muro interior de la ciudad, la población estaba literalmente muriendo de hambre.

. . . y los del campo no entren en la ciudad.

 Jesús continuó:

¡Qué espantoso será en esos días para las mujeres embarazadas

y las madres lactantes!

Habrá gran angustia en la tierra e ira contra este pueblo.

Lucas 21:23

 "Ira" … se quedó corto con esta declaración.

El asedio duró tanto que cuando la infantería romana atravesó la brecha, su ira reprimida los hizo despiadados. Miles de judíos fueron masacrados. El historiador judío Josefo escribe:

 

La masacre en el interior fue incluso más terrible que el espectáculo desde el exterior. Hombres y mujeres, viejos y jóvenes, insurgentes y sacerdotes, los que lucharon y los que suplicaron misericordia, fueron derribados en una carnicería indiscriminada. . . Los legionarios tuvieron que trepar por montones de muertos para continuar con el trabajo de exterminio. Josefo- Guerras Judías-

 

 Los que fueron perdonados no fueron perdonados por misericordia sino por codicia. Los sobrevivientes, incluidos los niños, fueron vendidos a esclavistas, que esperaban con impaciencia su día de pago. Josefo calcula el número de judíos vendidos como esclavos en cientos de miles. Jesús también predijo esto.

Caerán a espada y serán llevados presos a todas las naciones.

Lucas 21:24

 Esta predicción extraordinariamente detallada de lo que sucedería en Jerusalén es una de las razones por las que los eruditos seculares insisten en que Mateo, Marcos y Lucas fueron escritos más de una generación después de los eventos registrados en los Evangelios. En su opinión, para cuando se escribieron los Evangelios, los supuestos testigos presenciales de la resurrección estaban todos muertos. Cualquiera que realmente conociera a Jesús o lo oyera enseñar estaba muerto. Desde este punto de vista, los evangelios fueron escritos por cristianos gentiles que pusieron palabras en la boca de Jesús basadas en leyendas y rumores. Hay innumerables problemas con esta hipótesis. Se han escrito libros y artículos para demostrar lo absurdo de estas afirmaciones. Pero simpatizo con quienes insisten en este punto de vista.

 ¿Por qué?

 Porque, si los Evangelios fueron escritos antes del 70 d.C., antes de que ocurrieran los eventos descritos por Jesús, es imposible evitar la conclusión de que Jesús predijo, con extraordinario detalle, el fin del antiguo judaísmo. Si lo hiciera, sería un tonto no prestar atención a todo lo demás que tenía que decir.

 Y ni siquiera hemos llegado al evento principal.

 La destrucción del templo.

 

NI UNA PIEDRA

 Cuando las legiones romanas entraron en Jerusalén, descubrieron que el distrito del templo estaba bien defendido. Mientras los rebeldes desesperados luchaban por defender su lugar más sagrado, los sacerdotes se pararon en el techo y suplicaron a Dios por un milagro. Al final, las legiones prevalecieron, pero no antes de que alguien prendiera fuego al interior del templo. Todo lo que podía arder fue destruido. Los sacerdotes fueron masacrados y todo lo de valor que sobrevivió a las llamas fue retirado.

Tarifa militar estándar.

Pero lo que sucedió a continuación fue inesperado y sin precedentes.

 Tito, que ahora estaba al mando en ausencia de su padre, ordenó que se derribaran todas las piedras utilizadas en la construcción del templo, se arrastraran hasta el borde de la plaza y se empujaran hacia el valle. Algunas de esas piedras masivas permanecen hasta el día de hoy donde aterrizaron hace casi dos mil años.

De cierto os digo que aquí no quedará piedra sobre piedra;

todos serán derribados.

Mateo 24:2

 Cuando lees la descripción de Jesús de lo que sucedería a la vista de dónde estaba sentado, es fácil imaginar el dolor en su voz.

Era como si pudiera ver la carnicería, escuchar los gritos y sentir el pánico de las madres aferrándose a sus hijos.

 Ésta era su gente.

Esta era su nación.

La nación que Dios había levantado de una el hombre con un propósito: bendecir al mundo. Pero ese capítulo estaba llegando a su fin. La era del templo estaba llegando a su fin.

El pacto de Dios con la nación había cumplido su propósito.

 Ya no era necesario.

  ¿Por qué?

PORQUE HABÍA LLEGADO ALGO MÁS GRANDE QUE EL TEMPLO.

  Algo que haría obsoleto el templo y todo lo relacionado con él.

Algo nuevo. Algo mejor.

 Algo para el mundo entero.

El antiguo Israel era un medio para lograr un fin.

  Había llegado el fin.

  Lo nuevo recién comenzaba.


tomado de "Irresistible"-
Andy Stanley-