Isaías 49 - 52:12 y Salmo 91
En resumen:
¿Cómo bendecirá Jehová a las naciones por medio de su siervo Israel cuando él no lo sigue en verdad ni en justicia? (Isaías 48:1) Esta lectura revela que hay otro siervo que restaurará el remanente de Israel y será luz de las naciones (Isaías 49:6).
¿Cómo bendecirá Jehová a las naciones por medio de su siervo Israel cuando él no lo sigue en verdad ni en justicia? (Isaías 48:1) Esta lectura revela que hay otro siervo que restaurará el remanente de Israel y será luz de las naciones (Isaías 49:6).
En más detalle:
Isaías 49 empieza con la identificación del siervo muy especial de Jehová: Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba (Isaías 49:1-2). Este siervo es llamado Israel (Isaías 49:3), pero a la vez es diferente que la nación llamada Israel, porque poco después habla de su misión de: Hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (Isaías 49:5). Como el nombre Israel fue dado primero a un hombre, este Israel es un hombre, escogido por Jehová para restaurar a la nación. Y no sólo a la nación: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también de ti por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra (Isaías 49:6).
Note primero que por este siervo se cumple la promesa a las naciones dada a Abraham: Serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3) y las profecías de bendición a las naciones en este mismo libro: Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará… Los egipcios servirán con los asirios a Jehová… Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad (Isaías 19:22, 23, 25). Uno de los temas principales de la Biblia, la reunión de las naciones bajo el dominio justo de Jehová, será logrado por este siervo.
Segundo, note que este siervo no sólo trae salvación o anuncia restauración sino que las efectúa: Para que restaures el remanente… Para que seas mi salvación (Isaías 49:6). El siervo mismo es luz de las naciones (Isaías 49:6). Jehová declara: Te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra (Isaías 49:8), significando que este siervo cumple el propósito de Jehová como ningún otro profeta ni ningún otro grupo – su obra es única por efectuar la salvación y la restauración de la nación que no sigue a Jehová en verdad ni en justicia (Isaías 48:1).
Tercero, note que su ministerio parece inútil: Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas (Isaías 49:4). Pero no depende de sí mismo por el éxito de su obra: Mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios (Isaías 49:4). Por eso Jehová es llamado: Redentor de Israel, el Santo suyo (Isaías 49:7) a la vez que el siervo es llamado: Menospreciado de alma… abominado de las naciones (Isaías 49:7); Jehová efectúa la salvación de su remanente por medio de su siervo menospreciado. Y en vez de la inutilidad aparente, el ministerio del siervo tendrá éxito por el poder de Jehová: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió (Isaías 49:7).
Por el poder de Jehová, este siervo da libertad a los presos y a los que están en tinieblas (Isaías 49:9); disfrutarán el sustento continuo en abundancia y la misericordia (Isaías 49:10), y los fieles esparcidos serán reunidos aún de los lugares más apartados (Isaías 49:11-12). Toda la creación debe brotarse en alabanza a Jehová por su obra de gracia por el siervo: Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia (Isaías 49:13). Pero mientras la creación celebra la obra, el pueblo de Jehová está tan alejado de Él que responderá a la obra salvadora del siervo con desánimo e incredulidad en vez de alabanza: Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí (Isaías 49:14).
Por eso Jehová le prepara a recibir al siervo por acordarles de la perseverancia de su amor: ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isaías 49:15). Le invita a su pueblo a mirar con ojos de fe el cumplimiento de sus promesas: Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia. Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos (Isaías 49:18-19). La razón por la cual no disfrutan estas bendiciones ahora no es por ninguna inconstancia de parte de Jehová sino por los pecados del pueblo: He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre (Isaías 50:1). Y el mismo Dios que los creó también los va a redimir de sus pecados: ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? (Isaías 50:2)
A diferencia de su pueblo pecaminoso y desanimado, listo a culpar a Jehová por sus sufrimientos, el siervo responde a Jehová en obediencia: Jehová me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás (Isaías 50:5). Obedece a Jehová voluntariamente al punto de sufrimiento y vituperio: Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos (Isaías 50:6). En vez de dudar de las promesas de Jehová como su pueblo, el siervo confía en Jehová y por eso persevera en la obediencia aún bajo sufrimiento: Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado (Isaías 50:7). He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? (Isaías 50:9) En vez de continuar en su desánimo, duda, y la oscuridad, el pueblo necesita responder a Jehová y la voz del siervo obediente que efectúa su redención: ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios (Isaías 50:10). En cambio, si depende en su propia luz, va a ser condenado: He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados (Isaías 50:11).
Para que no siga su pueblo en el desánimo, Jehová les hace recordar la fe de Abraham y de Sara y la gracia de Jehová hacia ellos (Isaías 51:1-2). De igual forma necesita responder su pueblo, aún en medio de su tribulación: Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto (Isaías 51:3). Que vea con ojos de fe que la creación será deshecha, pero la salvación dada en su siervo continuará: Mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá (Isaías 51:6). Igual como su siervo, el pueblo debe confiar en la salvación de Jehová en medio de las pruebas y tribulaciones: No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes… mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos (Isaías 51:7, 8). Le revela con anticipación que el cáliz de la ira de Jehová que ha tomado será dado a sus angustiadores (Isaías 51:17, 22-23). Y con muchas otras profecías, Jehová le consuela al pueblo y le prepara a perseverar en la tribulación venidera y la salvación gloriosa que la sigue.
La próxima lectura nos dirá más sobre la salvación de pecados que efectúa el siervo por el pueblo pecaminoso e injusto de Jehová. Y luego el Nuevo Testamento va a revelar en mucho detalle la identidad, las palabras y las obras del Siervo obediente que salva, Jesucristo.
Isaías 49 empieza con la identificación del siervo muy especial de Jehová: Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba (Isaías 49:1-2). Este siervo es llamado Israel (Isaías 49:3), pero a la vez es diferente que la nación llamada Israel, porque poco después habla de su misión de: Hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (Isaías 49:5). Como el nombre Israel fue dado primero a un hombre, este Israel es un hombre, escogido por Jehová para restaurar a la nación. Y no sólo a la nación: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también de ti por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra (Isaías 49:6).
Note primero que por este siervo se cumple la promesa a las naciones dada a Abraham: Serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3) y las profecías de bendición a las naciones en este mismo libro: Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará… Los egipcios servirán con los asirios a Jehová… Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad (Isaías 19:22, 23, 25). Uno de los temas principales de la Biblia, la reunión de las naciones bajo el dominio justo de Jehová, será logrado por este siervo.
Segundo, note que este siervo no sólo trae salvación o anuncia restauración sino que las efectúa: Para que restaures el remanente… Para que seas mi salvación (Isaías 49:6). El siervo mismo es luz de las naciones (Isaías 49:6). Jehová declara: Te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra (Isaías 49:8), significando que este siervo cumple el propósito de Jehová como ningún otro profeta ni ningún otro grupo – su obra es única por efectuar la salvación y la restauración de la nación que no sigue a Jehová en verdad ni en justicia (Isaías 48:1).
Tercero, note que su ministerio parece inútil: Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas (Isaías 49:4). Pero no depende de sí mismo por el éxito de su obra: Mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios (Isaías 49:4). Por eso Jehová es llamado: Redentor de Israel, el Santo suyo (Isaías 49:7) a la vez que el siervo es llamado: Menospreciado de alma… abominado de las naciones (Isaías 49:7); Jehová efectúa la salvación de su remanente por medio de su siervo menospreciado. Y en vez de la inutilidad aparente, el ministerio del siervo tendrá éxito por el poder de Jehová: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió (Isaías 49:7).
Por el poder de Jehová, este siervo da libertad a los presos y a los que están en tinieblas (Isaías 49:9); disfrutarán el sustento continuo en abundancia y la misericordia (Isaías 49:10), y los fieles esparcidos serán reunidos aún de los lugares más apartados (Isaías 49:11-12). Toda la creación debe brotarse en alabanza a Jehová por su obra de gracia por el siervo: Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia (Isaías 49:13). Pero mientras la creación celebra la obra, el pueblo de Jehová está tan alejado de Él que responderá a la obra salvadora del siervo con desánimo e incredulidad en vez de alabanza: Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí (Isaías 49:14).
Por eso Jehová le prepara a recibir al siervo por acordarles de la perseverancia de su amor: ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isaías 49:15). Le invita a su pueblo a mirar con ojos de fe el cumplimiento de sus promesas: Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de honra, serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia. Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos (Isaías 49:18-19). La razón por la cual no disfrutan estas bendiciones ahora no es por ninguna inconstancia de parte de Jehová sino por los pecados del pueblo: He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre (Isaías 50:1). Y el mismo Dios que los creó también los va a redimir de sus pecados: ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? (Isaías 50:2)
A diferencia de su pueblo pecaminoso y desanimado, listo a culpar a Jehová por sus sufrimientos, el siervo responde a Jehová en obediencia: Jehová me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás (Isaías 50:5). Obedece a Jehová voluntariamente al punto de sufrimiento y vituperio: Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos (Isaías 50:6). En vez de dudar de las promesas de Jehová como su pueblo, el siervo confía en Jehová y por eso persevera en la obediencia aún bajo sufrimiento: Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado (Isaías 50:7). He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? (Isaías 50:9) En vez de continuar en su desánimo, duda, y la oscuridad, el pueblo necesita responder a Jehová y la voz del siervo obediente que efectúa su redención: ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios (Isaías 50:10). En cambio, si depende en su propia luz, va a ser condenado: He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados (Isaías 50:11).
Para que no siga su pueblo en el desánimo, Jehová les hace recordar la fe de Abraham y de Sara y la gracia de Jehová hacia ellos (Isaías 51:1-2). De igual forma necesita responder su pueblo, aún en medio de su tribulación: Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto (Isaías 51:3). Que vea con ojos de fe que la creación será deshecha, pero la salvación dada en su siervo continuará: Mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá (Isaías 51:6). Igual como su siervo, el pueblo debe confiar en la salvación de Jehová en medio de las pruebas y tribulaciones: No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes… mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos (Isaías 51:7, 8). Le revela con anticipación que el cáliz de la ira de Jehová que ha tomado será dado a sus angustiadores (Isaías 51:17, 22-23). Y con muchas otras profecías, Jehová le consuela al pueblo y le prepara a perseverar en la tribulación venidera y la salvación gloriosa que la sigue.
La próxima lectura nos dirá más sobre la salvación de pecados que efectúa el siervo por el pueblo pecaminoso e injusto de Jehová. Y luego el Nuevo Testamento va a revelar en mucho detalle la identidad, las palabras y las obras del Siervo obediente que salva, Jesucristo.